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3 de mayo de 2012

PASEO POR EL CÁDIZ CONSTITUCIONAL


Unamuno es un señor que nunca me ha gustado demasiado. Siempre me ha parecido que en el fondo es un intelectual elitista que intentó nadar guardando la ropa, contradictorio e indeciso. Pero tenía sus golpes el hombre. Creo que es suya la frase que decía (cito de memoria): “el fascismo se cura leyendo y el nacionalismo viajando”.

Ahí la clavó el bilbaíno replantado en Salamanca. Y puestos a viajar para quitarnos el pelo de la dehesa, tengo que reconocer que los periplos que más me gustan son aquellos que me llevan a lugares donde se siente la pulsión de la Historia. Indudablemente es deformación profesional, pero prefiero unas viejas piedras que una playa con cocoteros.

Un viaje obligado este año era ir a darse un paseo por Cádiz. Hace doscientos años, en 1.812, un puñado de idealistas, encerrados tras las murallas de Puerta de Tierra, machacados por las bombas de un ejército invasor, soñaron una España moderna, liberal, alejada de obsoletas tiranías y humos de hogueras inquisitoriales. Así parieron con dolor la primera Constitución española.  Hoy, la ciudad que les acogió, apoyó e impulsó, se ha engalanado para recordarles y quiero enseñarles algunas fotos para poner mi granito de arena en ello.

Un paseo por el Cádiz constitucional tiene que empezar, indudablemente, por el Oratorio de San Felipe de Neri, edificio que acogió las sesiones de aquellas Cortes. Afinando un poco el oído quizás podamos aún percibir las voces de Argüelles, Toreno, Lequerica y demás diputados en sus a menudo borrascosas discusiones sobre le patria que querían construir.

Fachada del Oratorio

Interior del Oratorio

No ha sido fácil restaurar la histórica capilla, que se encontraba en un lamentable estado de abandono, por las dificultades que puso para ello su propietaria, la Iglesia. Por fin, entre la Junta de Andalucía y el Estado se pudieron solventar los problemas -con dinero, como suele ser habitual con la Santa Madre- y el resultado ha sido una dignísma restauración del Oratorio. Las imágenes dan fe de ello.

Cúpula del Oratorio

Inmaculada de Murillo. Altar mayor del Oratorio

Pegado a él encontramos el Museo de las Cortes que también ha recibido un espectacular lavado de cara y puesta en blanco. En él podemos ver cuadros de la época, retratos de próceres y del rey Fernando VII, armas utilizadas en la batalla de Trafalgar, una magnífica maqueta de Cádiz y esta reproducción del famosísimo cuadro que nos relata la proclamación de la  Carta Magna del 12.

Proclamación de la Constitución de 1.812

Pián pianito, con el trotecillo cochinero que la provecta edad nos va permitiendo, nos acercamos a la Plaza de España a ver el monumento a la Constitución, que también lo han dejado como nuevo. Quizás no vaya a pasar al libro de los mejores cien monumentos del mundo, pero hasta hace nada hemos tenido tan pocos dedicados a las libertades en esta España nuestra, que sí se nota un pellezquito en los adentros cuando nos plantamos ante él.

Detalle del monumento a la Constitución

Terminamos nuestro recorrido cívico-liberal en la Casa Pinillos, una bonita casa burguesa-palacio, situada en la encantadora Plaza de Mina, junto al Museo Arqueológico, que se ha rehabilitado para exposiciones. En ella encontramos la joya de la corona o, mejor dicho, de la ciudadanía: el manuscrito original de la Constitución de 1.812 junto al también original impreso. Aletean en nuestro corazón airecillos de Fronda ante el documento origen de nuestras libertades. Larga vida a la Constitución y mueran las caenas

La Constitución de 1.812

Foto de portada: Monumento a la Constitución, Cádiz. Todas las fotos han sido tomadas por el autor. Para verlas en grande, basta con "pinchar" en cualquiera de ellas.

4 comentarios:

Antonio de Sevilla dijo...

Un curiosidad contaba en la radio por una persona del mundo del derecho sobre la constitución de 1812, en la que no había reparado, tenía relación con cómo estaba recogido el derecho al voto... La Pepa sólo reconocía el sufragio masculino que ya fue un paso, porque anteriormente sólo votaban las gentes de la élite (rentistas, funcionarios, jueces, comerciantes...) que pagaban un impuesto. Un jornalero sin estudios, por poner un ejemplo, no tenía derecho. Las mujeres tuvieron que esperar más de un siglo, hasta 1933.

(Excelente paseo cultural por Cádiz, una ciudad que merece visitarse de vez en cuando).

Daniel García-Parra dijo...

Efectivamente, el voto de la mujer no llegó hasta la II Repúblca, tras la áspera discusión sobre su conveniencia entre Clara Campoamor y Victoria Kent. Tristemente, sis años después lo perdieron todos los españoles durante casi cuarenta años.
Pero curiosa o vergonzosamente, hubo algún país europeo que va por ahí enseñando democracia (fabrican relojes y chocolate por dar pistas) que no aceptó el voto femenino hasta 1.971.

Antonio de Sevilla dijo...

¿Hasta 1971? Jamás lo hubiera imaginado del país que lleva en su bandera una cruz de color blanca ;-)

Kurt Friedrich Gödel dijo...

Saludos. He leído su discusión (desde México) y planteo que realmente la democracia no depende de quién vote, mujeres u hombres, sino de que existan los mecanismos para hacer valer y ejercer la soberanía, una cosa que va más allá de elegir a tal o cual persona para que nos "represente".

Por ejemplo, en los blogs, los comentarios son una forma de democracia, pues no importa el código político de cada estado-nación para ejercerlo, ni de la cultura, ni de nada. Es una herramienta verdaderamente laica. Eso sí, depende de quién tenga acceso a Internet...

Parece que la democracia es imposible, je, je.