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25 de mayo de 2012

DE VIEJAS GESTAS Y ANTIGUOS PUENTES


Decía Albert Einstein: “Los hombres construímos demasiados muros y pocos puentes” y no le faltaba razón al viejo. Esta frase la leí a la entrada del Puente Viejo de Ledesma, villa salmantina que conserva toda su traza medieval y a la que algún día dedicaremos un espacio en este blog.

La verdad es que me di un paseo hasta Ledesma con la intención de visitar sus iglesias, murallas y castillo, pero me quedé tan sorprendido por sus puentes que en su contemplación se me fue la mañana.

El primero de todos  es el Puente Viejo sobre el río Tormes con que abríamos el artículo. Probablemente su origen sea de época de Trajano, aunque su estructura es medieval. Tuvo que ser rehecho en diversas ocasiones, la última tras 1.816 cuando los franceses en precipitada retirada, con las tropas de Wellington pisándoles los talones, volaron el cuarto  de sus cinco ojos.  De poco les sirvió porque en breves jornadas fueron destrozados en la batalla de los Arapiles, a las puertas de Salamanca. Los hombres construímos pocos puentes y los destruímos a las primeras de cambio.

Una anécdota que nos ilustra sobre la pervivencia de las estructuras feudales en este nuestro país. Para cruzar el Puente Viejo hubo que pagar el pontazgo (derecho de paso) a los hombres del duque de Albuquerque ¡hasta 1.909!, ya metidos en el siglo XX. En ese año el puente pasó a ser propiedad del Municipio y el feudal tributo desapareció. Su tranquila jubilación como vía de tráfico llegó en los años 50 del siglo pasado cuando se construyó el Puente Nuevo, frente por frente.

Si el viajero curioso tiene ánimo para darse un paseo de dos horitas por una preciosa dehesa de encinas centenarias cercana al pueblo, puede descubrir el Puente Mocho.  Sobre él discurre una antigua vía romana, de la que aún queda algo del firme enlosado, que discurría paralela a la vía de la Plata al oeste de la misma.

Vía secundaria y perdida durante el alto Medioevo, adquirió gran importancia en tiempos de los reyes leoneses Fernando II y su sucesor Alfonso IX. Encajonado León entre los nuevos reinos de Portugal y la naciente Castilla, habíase convertido en harto azaroso utilizar la Calzada Quinea (nombre medieval de la Vía de la Plata). Los leoneses, habían conquistado la plaza de Coria en su guerrera expansión hacia el sur a costa del reino Taifa de Badajoz y reabrieron la antigua vía del Puente Mocho para un tránsito más seguro de tropas, viajeros y comerciantes y para reforzarla fortificaron las villas de Ciudad Rodrigo y Ledesma. Aún así hubo que derrotar a los caballeros salmantinos en la batalla de la Valmuza para acabar sus pretensiones de privatizar, por decirlo de alguna manera, en su beneficio la explotación de esta nueva vía de comunicación con el sur.

De tanta historia queda ese precioso puente que en estos momentos no lleva a ninguna parte si no es trasladarnos de de nuestros días a recuerdos de épocas lejanas en las que se construía la futura identidad  de España.

Fotos del autor. Para verlas en grande (recomendado)  basta con "pinchar" en cualquiera de ellas. 

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