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21 de enero de 2012

Y Picasso vio el toro.




Y Picasso vio el toro.

Hace unos días una exposición que vi en Madrid me desvelaba una de las grandes obsesiones que me acompaña estas dos últimas semanas. Da Vinci lapidó cualquier forma de Arte escrito frente a la pintura. Según él, ningún escritor podría descubrirle mediante palabras algo que él no fuera capaz de observar, ver y después expresar mediante el dibujo.

Los grandes genios albergan en sus cerebros la pureza de la visión, en el sentido más amplio y en expansión de la palabra.

Y Picasso vio el toro.

Para quien lo quiera entender, ese toro de Picasso es un toro de aquí a la República Democrática del Congo. Puede gustar o no, pero no se puede negar el genio que dirige las cuatro pinceladas certeras en apenas veintiocho segundos memorables.

Lo que no tuvo en cuenta Da Vinci es que los verdaderos genios como él dibujan sin papel, son y entienden lo que ven. Su genialidad está en ser universales dentro de una realidad a la que todos tenemos acceso, pero solo algunos, muy pocos, acceden. Al resto nos queda conformarnos con intentar ver y disfrutar de cómo ellos lo hacen.

Texto: Zuriñe Cariñanos
Publicado en: "Miscelánea" 

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