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5 de septiembre de 2011

CÓRDOBA ¿SULTANA Y MORA?




Córdoba, sultana y mora. Bueno, sultana  no, que es vocablo turco y los turcos no pintaron nada por estos lares en toda nuestra historia. Ni mora tampoco. Andalusí sí, es decir, gentes de las Hispanias más o menos islamizadas y orientalizadas, con toques de sirios damascenos entre las clases dirigentes; pero moros en Córdoba, ni uno, a no ser que contemos las tropas mercenarias del señor Almanzor, aquél del tambor en Catalañazor, que tampoco, porque nunca fue derrotado por tropas cristianas y murió tranquilamente (lo tranquilo que pueda uno morirse) en Medinaceli.

Puestos a matizar, también podríamos decir -no es por molestar- Córdoba judía y sefardí, que judíos sí hubo y muchos. No hay más que darse un paseo por su barrio y sinagogas para comprobar que lo que digo es cierto. Incluso Córdoba cristiana y mozárabe con toquecillos de sangre germana rubia como la cerveza; me refiero a los cristianos que, con un puntito de arrianismo visigodo, siguieron residiendo en Córdoba con sus iglesias, cementerios y cultos que nada tenían que ver con el cristianismo romano-papista que se impuso por la luz del espíritu y la violencia brutoinquisitorial en el resto de las Europas. Todo un festejo ese mundillo cordobés en que los viernes era fiesta por los musulmanes, los sábados por los judíos y los domingos por los cristianos, que no había lunes de resaca porque la libación de amontillados y pedros ximénez no estaba muy bien vista (en público).

Si nos remontamos un poco por las autopistas de la Historia, más bien vericuetos montunos de cabras, podríamos hablar de Córdoba tartesia e ibera, Córdoba fenicia y púnica, Córdoba romana y latina… Yendo hacia adelante, Córdoba cristiana y conquistada, Córdoba romántica y liberal y hoy día, Córdoba caótica y alegre o Córdoba saqueada por curas indignos y especuladores con alias de piratas.

Todas las Córdobas son posibles en una ciudad que ha fagocitado y hecho suyo todo lo que subía Guadalquivir abajo o bajaba Guadalquivir arriba en busca de las oscuras y ricas tierras de la campiña o de los tesoros mineros ocultos en el “jondo” vientre de la Sierra Morena. Todas las Córdobas existen y han existido incluso las que no fueron, como la sultana y mora que no fue en la Historia, pero sí en el subconsciente colectivo que nos trae sensaciones de cálidas noches de alto cielo, azahar y jazmín, palacios de oro construídos para princesas norteñas por califas de piel blanca y ojos azules, almendros en las laderas serranas que semejan mantos nevados, patios celosamente escondidos, olores a pistacho y asoleados vinos con regusto a delicioso pecado y mezquitas que supieron sobrevivir a la barbarie. ¿Sigo? Quizás todo eso sea la Córdoba sultana y mora que no fue real más que en los sueños de las gentes que no renunciamos a la existencia de un paraíso, con o sin huríes, en un jardín hecho de piedra y flores a las orillas del Guadalquivir.

Para ilustrar lo dicho he abierto un álbum de fotos en Picasa titulado Nocturno Cordobés. Este es el enlace: 


2 comentarios:

Anónimo dijo...

NO ESTOY DE ACUERDO EN QUE CÓRDOBA SE DIGA QUE NO SEA MORA. SI NO HA SIDO MORA, ENTONCES...¿POR QUÉ ME ENAMORA?

Anónimo dijo...

Todavía no he tenido la ocasión de visitar "in situ" esta hermosa e histórica ciudad. Tengo muy buenas referencias de Córdoba que en mi corazón hacen mella; ya que por "culpa" de una cordobesa muy bella, hace que mi destino vaya a parar hacia ella.

Un valenciano.